Luis Alberto Salvatierra Bravo
Director
Querida Comunidad:
Les saludo con cordial afecto, poniéndome al servicio de todos ustedes. Comenzamos nuevos desafíos y nos encomendamos al amor providente de Dios, pidiéndole que nos acompañe, para avanzar “adelante, con valor y alegría.”
Nuestra Madre decía que la mejor pedagogía es el amor a los niños; esta verdad fundamental debe iluminar nuestro actuar, sabiendo que nuestra vocación educativa tiene una dimensión de eternidad, pues acompañamos a nuestros estudiantes en su caminar formativo, pero también en la vida de la gracia, donde, desde el encuentro personal con Jesucristo, descubren el sentido de su existencia y la fuente de su alegría. Debemos tener plena conciencia de nuestra misión formativa y de cómo esa misma misión se ve iluminada por el amor de Dios y el servicio a los demás.
Los últimos años representaron desafíos sin precedentes para todo el sistema educativo, pero nuestra comunidad se mantuvo unida y, con el auxilio materno de María Santísima, pudo salir adelante. Hoy se nos presenta la tarea titánica de recuperar y fortalecer los aprendizajes, que se han visto afectados en el último tiempo, preocupándonos también de la creación de ambientes adecuados para ello, desde la buena convivencia, el apoyo a todos los estudiantes, el esfuerzo y trabajo colaborativo y, sobre todo, desde la fe y la caridad. Debemos apuntar a que el trabajo pedagógico se fortalezca y que, con audacia y vocación, nos dediquemos de lleno a motivar el aprendizaje significativo y la sana convivencia.
Pongámonos en manos del Corazón de Jesús y vivamos con intensidad nuestro compromiso, desde el servicio y la alegría, bajo la protección de María Inmaculada y la Beata Madre Paulina.